martes, 16 de octubre de 2012

ORIGEN DE TLAXCALA Y PRIMEROS MORADORES


Orígenes

Los primeros moradores

En el centro de México destacaron los grandes valles del altiplano: el de México y el poblano-tlaxcaltecas. En el valle poblano-tlaxcalteca aproximadamente en 1800 a. C. había grupos agricultores que trabajaban en forma familiar, cultivando maíz, fríjol, chile y calabaza, tomate que completaban su dieta con los productos de caza y recolección. Habitaban aldeas permanentes formadas por chozas. Tenían comunicación con la gente del valle de Tehuacán y el golfo de México, con la que llegaron a mezclarse.

Años posteriores la población tlaxcalteca aumentó y en consecuencia el número de aldeas, muchas de las cuales al extenderse se convirtieron en villas. Los tlaxcaltecas producían con la cooperación de toda la familia; regaban sus cultivos utilizando canales, tenían hornos para cocer cerámica, pequeñas plataformas para celebrar sus ceremonias religiosas y rendían culto al dios del fuego Huehueteotl.

A medida que el tiempo transcurría la población aumentó hasta que se formaron pueblos. Surgieron construcciones residenciales, se elevaron estelas y sarcófagos de piedra, y cada vez se rendía culto a un mayor número de deidades. Allí los sacerdotes fueron adquiriendo más y más importancia y llegaron a dominar a la población, empezando así a construirse centros ceremoniales.

Se cree que entre los años 200 a. C. y 700, la civilización mesoamericana alcanzo su máximo esplendor, y si antes la gente vivía en comunidades agrícolas y en pueblos sin ninguna planeación, ahora se construían grandes ciudades planificadas. Aumento más la población y se incrementaron el comercio y la actividad agrícola.

Los sacerdotes gobernaban y se encargaban de impulsar la cultura. Fueron ellos quienes lograron que la agricultura, la escultura y la pintura alcanzaran su apogeo y que realizaran notables progresos en escritura figurativa, matemáticas y astronomía, por lo que se ha llamado a esta etapa periodo teocrático.



Vista sobre el Gran Basamento de Cacaxtla.

Teotihuacan estuvo a la cabeza de las ciudades teocráticas mesoamericanas y su caída marco el fin de este periodo. En Tlaxcala son dos las fases que corresponden al periodo teocrático. En la primera, se experimentó un auge cultural. Desaparecieron las aldeas dispersas y la población se concentró en centro urbanos que contaban con plazas, calles, centros ceremoniales, tumbas. No obstante ser una gran cultura local, poco a poco comenzó a decaer por que la mayoría de sus artesanos y muchas personas importantes se fueron a vivir a Teotihuacan, atraídos por la prosperidad y el trabajo que había en esa gran ciudad religiosa y cultural. Hubo entonces, en la siguiente fase, un mayor auge en la agricultura y reinó una relativa paz en el centro de Tlaxcala. En otros puntos de la región no ocurría igual, y sobre todo en la región de Nativitas, donde la invasión de los olmecas-xicalancas ocasionó intranquilidad y luchas por el poder y la tierra. Los olmeca-xicalancas, provenientes de la costa, eran mercaderes que controlaban las mercancías procedentes del Golfo de México y del sureste. Se establecieron en Tlaxcala sin encontrar ninguna resistencia porque la zona que eligieron se hallaba despoblada. Su capital se situó en la fortificación de Cacaxtla, en lo alto de un cerro, donde se han descubierto pirámides muy importantes y pinturas que testimonian sobre las luchas que libraron con otros grupos. También fueron dueños de pequeñas ciudades-fortalezas alrededor de su capital, como Xochitécatl y otras en el área de Calpulalpan, situadas al norte del estado.

Véase también: Cacaxtla.

En esa época los olmeca-xicolancas tomaron Cholula y dominaron la altiplanicie poblano-tlaxcalteca. A partir de entonces, sucedieron en la Tlaxcala prehispánica diversos cambios políticos.

Entre los años 700 y 1100, algunos grupos de toltecas integrantes de otra gran cultura de Mesoamérica, cuyo auge fue posterior a la teotihuocana se establecieron en Cholula, en Tlaxcala y en sus alrededores.

Esos grupos toltecas vivieron esclavizados por los olmeca-xicalancas hasta que, con ayuda de los otomíes, no sólo se emanciparon, sino que los vencieron. Como pago o sus servicios, los otomíes recibieron tierras en el sur de la actual ciudad de Puebla, donde fundaron los señoríos de Cuauhtinchan y Totonihuacan a principios del siglo XIV. Parte de estos otomíes llegaron a territorio tlaxcalteca y se establecieron principalmente en Atlangatepec, Hueyotlipan, Tecoac, Huamantla, Atlihuetzía y Xaltocan. Uno de sus grupos, muy influidos por los huastecos, ocupó el centro-norte del estado, dando origen a la cultura Tlaxco.

Origen de los señorios Tlaxcaltecas


Origen de los señoríos de Tlaxcala


De 1290 a 1519 tuvo lugar la invasión del grupo teochichimeca-tlaxcalteca o texcalteca, una de las siete tribus nahuatlacas que había salido de Chicomoztoc, o lugar de las siete cuevas, hacia el valle de México donde, según narran las crónicas, fundaron Poyauhtlán en el año 2 pedernal (1290), a orillas del lago de Texcoco. Llevaban una existencia primitiva y vivieron en cuevas hasta que otros grupos los obligaron a emigrar. Peregrinaron entonces por el Popocatépetl y Huexotzinco y llegaron finalmente a lo región ahora llamada Tlaxcala. Allí se apoderaron de la sierra de Tepeticpac, y con el tiempo la llamaron Tlaxcallan, A esa ciudad en especial se le tomo mucho significado por su importantes avances en la astronomía. Ya que si eran, nomadas en busca de un territorio fértil, con grandes planicies para su asentamiento, rendían culto a las estrellas por considerarlos "entes" divinos. Un asentamiento muy importante fue el de la ciudad de Cacaxtla, que es relevante por sus pinturas rupestres, aun conservadas y muy visitadas.fueron hechas por cazadores que registraban sus hazañas dentro de su actividad, los llamados "Tlachis" o "Tlachiqueros".




Jeroglífico de Tlaxcallan

En el año 5 pedernal (1348), los teochichimecas, guiados por su dios Camaxtli, conducidos por, su caudillo Culhuatecuhtli (quien expulsó de la región a los últimos olmeca-xicalancas y toltecas), se convirtieron en señores poderosos, hicieron la paz con sus vecinos y se dedicaron tranquilamente a poblar esas tierras. Comenzó entonces la vida social y política de la nación tlaxcalteca y se fundó el primer señorío de Tepeticpac, con un solo señor como jefe; el mismo Culhuatecuhtli. Este le cedió a su hermano menor, Teyohualminqui o Teyohuaymiqui, buena parte de la provincia de Tlaxcallan, con lo cual se fundó después de 1384 el segundo señorío de Ocotelulco, mayor y más importante que el primero.

La creación del tercer señorío ocurrió de la siguiente manera: los de Cholula dieron muerte al señor de Ocotelulco y se apoderaron de sus tierras. Algunos de los vencidos huyeron y fundaron Tizatlán, que con el tiempo, llegó a competir en grandeza y prosperidad con los otros dos señoríos.

El cuarto señorío, Quiahuiztlán, se fundó con otro grupo de teochichimecas que llegó al valle de México en el Siglo XIV, pues Culhuatecuhtli les había prometido tierras para que se establecieran en Tlaxcallan.

Cada uno de los cuatro señoríos tenía su propio territorio y su propio gobierno. Aliados, formaron la confederación de Tlaxcala por medio de sus jefes, que los representaban y decidían los asuntos comunes a toda la provincia, en una especie de consejo. Esta confederación presentaba una organización parecida a la “República de Tlaxcallan” porque, aunque no existieran entonces instituciones republicanas, cada señorío era autónomo.

Comercio y tributo de los Tlaxcaltecas


Comercio y tributo
Comerciaban con lo que producían, especialmente maíz y cochinilla. Esta era un insecto muy apreciado porque con él se elaboraba una tintura color grana o roja utilizada en los textiles. A cambió de eso, recibían productos como cacao, algodón, chile, vainilla, plumas, tabaco, cera , miel Y Maguey .

El mercado de Ocotelulco era el principal centro comercial donde, según las crónicas, unas 20 mil personas acudían diario para, a través del trueque o la moneda, traficar con productos como cacao y pequeñas mantas de algodón traídas por los mayas. Había mucho orden y un juez decidía sobre las dificultades que surgían.

Debido a su enemistad con los tlaxcaltecas, los mexicas procuraron evitar que estos comerciaran, sobre todo con las regiones del Golfo de México. Por este motivo en Tlaxcala faltaron cacao, oro, plumas, algodón y sal por más de 60 años. Este último producto fue sustituido por otro similar, el tequexquitl, que aún ahora se produce en Nopalucan y Tequexquitla.

Cabe señalar que al comerciante lo llamaban pochteca, al mercado tianquiztli y a la compraventa o trueque, tianquitz.

Véase también: tianguis.

Los tlaxcaltecas nunca pagaron tributos a otros pueblos, pero sí a sus autoridades para su sostenimiento. En Tlamauhco (San Miguel), se encontraba la casa dedicada a recaudarlos.

La sociedad y la familia en los Tlaxcaltecas


La sociedad y la familia


Se estima que lo población de Tlaxcala a la llegada de los españoles era aproximadamente de 250 mil habitantes, cantidad que iba en aumento porque la gente no emigraba y en cambio muchos llegaban a vivir a las cuatro cabeceras, huyendo del señorío mexica.

La sociedad prehispánica tlaxcalteca estaba formada fundamentalmente por nobles, o piliales o pipiltzin y por una mayoría macehualtin, o gente común.

Dentro del estrato superior, o grupo de nobles que dominaba, había subdivisiones o rangos tlatoani, tecutli, pilli y los teixhuihuan.

El tlatoani (plural: tlatoque) era el rango más alto dentro de la nobleza y correspondía a los señores de las cabeceras; pero aun entre ellos se distinguían Xicohténcatl y Maxixcatzin, señores de Tizatlán y Ocótelulco, a los que se llamaba tlatoque huelmoquiltonova, es decir, señores que tenían más gente que ningún otro.

Los teuctli o tecutli, segundo rango de la nobleza, eran hombres de edad, ricos y destacados, señores o hijos de señores que hubieran ganado alguna distinción en lo guerra o demostrado mucho valor; era necesario que poseyeran numerosos bienes, ya que debían repartir muchos de ellos cuando alcanzaban esa dignidad. Se les hacía objeto de muchos distinciones; con ritos, se encerraban guardando ayuno en uno de sus templos por 40 o 60 días, al cabo de los cuales eran trasladados al templo mayor donde, después de ciertas ceremonias, les cambiaban el nombre. Entonces les entregaban públicamente sus arcos, flechas y macanas; y joyas de oro. Los llevaban por calles y plazas con gran regocijo, y celebraban innume rables fiestas en su honor. Algunos mercaderes también eran objeto de las mismas distinciones.

El tercer grado en el estrato superior era el de nobles pilli o pipiltzin, que no habían alcanzado el rango de sus ancestros. Pipíltzin era también un término general para todo el estrato superior.

Los teixhuihuan constituían la categoría más baja de la nobleza. Este nombre significa literalmente “nietos”, lo cual indica que eran parientes remotos de sus señores. A las mujeres, al igual que a los hombres nobles que no heredaban ningún rango político, se les concedían tierras y bienes.

El resto de la población recibía el nombre de macehuales o macahualtin. Éstos estaban al servicio de los señores y trabajaban la tierra. Debían usar ropa corta muy sencilla, sin franjas ni adornos, ya que el vestuario denotaba lo clase social a lo que se pertenecía. Entre ellos había también cierta diferencia social basada en las distintas ocupaciones o en la naturaleza de la persona a la que pagaban tributo.

Respecto a los esclavos eran llamados tlacotin.

Los sacerdotes mayores realizaban los sacrificios y los demás se encargaban del culto a los dioses y del teocalli o templo.

La unidad social básica era la familia: un conjunto de familias formaba un calpulli o barrio, en el cual vivía lo descendencia por la línea del padre, así como la familia a la que pertenecía el marido. El calpulli tenía importancia no sólo familiar sino militar, política y religiosa. Todos los hombres que pertenecían al mismo calpulli debían combatir juntos, conducidos por sus jefes. Cada calpulli tenía su dios particular, su templo y sus ceremonias especiales. Si surgían dificultades entre los jefes de familia, había jueces que intentaban reconciliarlos.

Cuando nacía un niño todos sus parientes lo colmaban de regalos, le platicaban hechos de sus antepasados y le imponían un nombre relacionado con algún fenómeno natural del día de su nacimiento o el de un animal o una flor.

El hombre debía casare al cumplir 22 años y la boda se celebraba con fiestas que duraban varios días, durante los cuales los invitados cantaban, bailaban, declamaban y ofrecían regalos a los novios. Existía un profundo respeto entre hijos y padres y un gran sentido del honor.

En lo vida jurídica se observaban las leyes de Nezahualcóyotl, el sabio rey de Texcoco, y existían tribunales y jueces que castigaban las faltas.

Muchas veces los tlaxcaltecas se autosacrificaban, o bien morían en las frecuentes guerras. Los que fallecían eran enterrados solemnemente, vestidos con sus mejores ropas y joyas, para que presentaran así en el Mictlán o casa de los muertos. Se oraba a los dioses de la muerte y se celebraban fiestas en la casa que había pertenecido al difunto.

La politica en los Tlaxcaltecas


Política

 El gobierno

Antes de la Conquista no existía ninguna ciudad llamada Tlaxcallan, pero Cortés, en sus Cartas de Relación, y además otros autores, creyeron lo contrario. Por ello ese nombre se le quedó a toda la provincia y luego, al fundarse la ciudad española; fue llamado Tlaxcala. Los hispanos hallaron aquí un gobierno aristocrático, dividido en los cuatro grandes señoríos mencionados anteriormente: Tepeticpac, Tizatlán, Ocotelulco y Quiahuiztlán, y otros menores como Tecoac, Tepeyanco, Hueyotlipan, Atlihuetzía, los cuales eran regidos por las mismos leyes de sucesión y pagaban tributos a los cuatro señores.

Los señoríos formaban una especie de federación. Cada representante gozaba de libertad dentro de su Señorío y tenía que reunirse con los otros tres para resolver negocios comunes como la guerra, la paz, los límites, las vías de comunicación y las relaciones con otros pueblos. En las campañas militares uno de ellos guiaba al ejército y los demás permanecían en la región. Cada uno de los cuatro señores se llamaba tecutlato y el puesto se heredaba, excepto en Quiahuiztlán, donde era de elección.

Cuando Hernán Cortés llegó a Tlaxcala en 1519, el Consejo o señorío, como lo llamó el fraile cronista Torquemada, estaba formado por Maxixcatzin, jefe de la cabecera de Ocotelulco y considerado como el principal Señor: Le seguía en importancia Xicohténcatl el viejo jefe de la cabecera de Tizatlan y Citlalpopocatzin, de lo de Quiahuiztlán. Había un consejo de ancianos que se reunía con el senado para tratar y discutir asuntos de justicia y de guerra.

Según los Padrones de Tlaxcala primer censo tlaxcalteca escrito en el Siglo XV en náhuatl, cada cabecera estaba dividida en algunos tequitl, que incluían varios pueblos sujetos a los cabeceras y cuyos nombres se formaban con el de un santo y un toponímico nahua, como es el caso de San Nicolás Panotla. Cada uno de estos pueblos estaba a su vez dividido en barrios. Por ejemplo, Tizatlán tenía seis tequitl formados por 41 pueblos, Quiahuiztlán, cuatro tequitl con 42 pueblos, y Ocotelulco seis tequitl con 36 pueblos.

Cultura y Religion en los Tlaxcaltecas



 Religión


La religión fue muy importante en la vida tlaxcalteca prehispánica e influía en las personas desde que nacían hasta su muerte. Sus efectos se hicieron sentir en el arte, las ciencias, los juegos, los deportes, el comercio, en la organización política y social y, de manera muy especial, en la guerra.

Esa religión era politeísta, es decir, estaba animada por muchos dioses y muchas creencias, algunas heredadas de sus antepasados los chichimecas y otras adoptadas de los olmecas, teotihuacanos y toltecas.

El universo era dividido en dos mundos: uno horizontal y otro vertical. El horizontal se extendía hacia los cuatro puntos cardinales, cada uno de los cuales estaba dominado por ciertos dioses. El vertical comprendía nueve inframundos y nueve paraísos.

Camaxtli el dios principal, dios de la caza y de la guerra, representado con cabello largo, penacho de plumas y la pintura “estelar” negra cubriendo sus ojos. Su cuerpo estaba decorado de arriba a abajo con líneas blancas, y una piedra transparente adornaba su nariz. Debajo del brazo llevaba unas pieles de conejo, en la mano derecha una canasta con comida y, en la izquierda, un arco con flechas. Algunos autores lo identificaban con el dios Mixcóatl y lo creen padre del dios Quetzalcóatl.

Se estima que el templo mayor dedicado a este dios estaba en Ocotelulco; era muy hermoso, circular y cubierto de paja. En él se encontraba la estatua de Camaxtli (que Moctezuma II intentó llevarse varias veces sin éxito) y delante de ello habían plumas preciosas, algunas flechas viejas, un arco pequeño y otros objetos que se supone poseía el dios cuando guiaba a los chichimecas en su peregrinación.

Tláloc, el dios del agua, era especialmente adorado en un lugar de la Malinche llamado Tlalocan. Dice la tradición que fue el primer dios que los tlaxcaltecas tallaron en piedra en ese lugar. Fray Martín de Valencia mandó destruir el ídolo en el Siglo XVI.

Otros dioses importantes eran Toci, madre de los dioses o corazón de la tierra, Huehuetéotl dios viejo del fuego, Tezcatlipocael sacrificado”, identificado con la noche y con los dioses que significan muerte, maldad y destrucción, y Xochiquétzal, deidad de las flores y la primavera. A los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl los tenían por dioses y los consideraban marido y mujer; a Matlacueitl o Matlacueye la tenían por hechicera y adivina, casada con Tláloc. Creían también en una leyenda llamado de los cinco soles o edades por los que había atravesado el mundo. A los eclipses de sol o de luna los consideraban de mal agüero, al igual que a los cometas.

En honor a sus dioses practicaban los sacrificios humanos, especialmente de prisioneros de guerra. También eran comunes los autosacrificios como el ayunar, el sangrarse la lengua y las yemas de los dedos con una espina de maguey, y el desollamiento de los sacrificados con fines religiosos. Otro tipo de sacrificios era el gladiatorio, que consistía en morir combatiendo con otros guerreros. Así murió Tlahuicole, guerrero tlaxcalteca-otomí.

En sus templos siempre tenían encendido fuego y quemaban copal o tabaco molido para honrar a sus dioses. Durante la sequía realizaban procesiones y penitencias y ofrendaban a Tláloc. Rendían culto a los muertos y cuando algún cacique o gran señor fallecía, lo vestían lujosamente y lo adornaban con joyas; los principales del señorío lo llevaban en andas hasta una gran fogata a la que lo arrojaban junto con sus criados y con los que querían acompañarlo, luego recogían sus cenizas y, si se había distinguido por sus hazañas, le levantaban estatuas. A otros señores los sepultaban en vez de quemarlos y dejaban ofrendas a su lado. Después del entierro se celebraban espléndidas fiestas en casa del difunto.

Arte y cultura en los Tlaxcaltecas


Arte

Los tlaxcaltecas se distinguieron por el buen uso que hicieran del lenguaje. Una prueba de ello son los cánticos con que triunfaron en un certamen poético convocado por Netzahualcóyotl, el rey poeta de Texcoco. También ganaron en otro concurso literario celebrado en Huexotzinco. La mayoría de la población hablaba náhuatl, aunque también algo de otomí y de pinome.

Había escritores que componían tlatolli, o sea relatos y discursos, y cuicatl, poemas con ritmo, medida y entonación que a veces se acompañaban de música. Los teocuicatl eran poemas dedicados a los dioses, verdaderos himnos mitológicos a los que sedaba preferencia en la enseñanza escolar. Los teponazcuicatl requerían acompañamiento musical.

Entre los poemas indígenas más conocidos figuran Tecuanitzin, de la cabecera de Quiahuiztlán, hombre sabio y noble, autor del canto Xochipizahua; Camaxochitzin, Xicohténcatl padre (también notable orador), Xicohténcatl hijo; Xayacamachan (Tepolohuatl), y Motenehuatzin, hermano de Xicohténcatl el joven. Se conservan poesías como el Tlaxcaltecayotl, cuyo autor o autores son desconocidos.

Los tlaxcaltecas eternizaron en bellos cantares las victorias guerreras y las proezas de sus capitanes. Solían usar adagios, proverbios y preguntas o manera de adivinanzas. También componían fábulas y cuentos humorísticos.

La oratoria era muy común, especialmente entre nobles y embajadores, que demostraban grandes dotes y memoria asombrosa. Así, los cuatro señores que integraban el consejo eran excelentes oradores.

Hacían representaciones teatrales relacionadas con su vida diaria y con las proezas de sus dioses y de sus guerreros. Fue tan popular el arte teatral que se siguió cultivando en la época colonial. Había gente especializada en lo elaboración de escenarios y del vestuario de los actores, danzantes, cantores y bufones o uetzquiztomac.

Los nombres indígenas que aún se conservan en las poblaciones y lugares de Tlaxcala son testimonio del lenguaje náhuatl de sus antepasados. Lenguaje que usaron para formar lo que es la toponimia indígena.

La música tuvo un papel esencial en la vida prehispánica. Su ritmo era fuerte pero atonal. Sus diversas flautos no tenían una escala fija. El teponaztli y el huéhuetl eran los principales instrumentos musicales. El primero consistía en un tambor de madera con dos lengüetas y producía dos sonidos diferentes. Se trata de un instrumento de percusión, de madera tallada, que representó un personaje con tocado y collar de plumas, recostado boca abajo. En los ojos tiene incrustaciones de concha y pirita.

El huéhuetl era un tambor de cuero. Algunos instrumentos musicales complementarios fueron las flautas de barro, caracoles, silbatos, sonajas y raspadores. No se conocieron los instrumentos de cuerda. Cuando llegaron los españoles casi toda la música indígena desapareció o bien fue modificada. Sin embargo muchos de sus instrumentos siguieron usándose durante la Colonia. Tanto la música como la danza estaban relacionadas con la religión. Por lo que narran las crónicas se sabe que esta última se acompañaba con cantos. Los edificios prehispánicos tlaxcaltecas no fueron grandes. Con cal y piedra se erigieron templos o teocallis, palacios y casas que posteriormente, los españoles destruyeron paro levantar otros construcciones.

La famosa muralla de piedra estaba situada en la frontera este y noroeste de Tlaxcala, en el lugar por donde entró Cortés o este territorio.

El conjunto arqueológico de Cacaxtla era una fortaleza que contaba con adoratorios, plataformas, plazas y pirámides y que junto con las colinas de Xochitécatl, dominaba el valle poblano-tlaxcalteca. Allí son notables los murales de colores, con influencia maya y teotihuacana, en los que resaltan las figuras humanas, o menudo haciendo la guerra, así como el hombre-jaguar y el hombre-pájaro.

Xochitecatl “lugar del linaje de las flores”, Su época temprana da claras muestras de influencias culturales teotihuacanas, cholultecas y totonacas, en donde se han descubierto tres pirámides. La de las Flores que por el área de su base es considerada la cuarta más grande de Mesoamérica, en esta pirámide se celebra cada año el equinoccio de primavera. La Pirámide de la Espiral considerada única en su género dedicada al Dios del viento Ehécatl y que fuera utilizada como observatorio astronómico. Por último la Pirámide de la serpiente llamada así por que se encontró una pila monolítica en forma de cabeza de serpiente.

Tepeticpac, el primer señorío que se fundó, tenía un palacio y distaba ocho kilómetros de Tizatlán. En este lugar se localizaron los vestigios del antiguo teocalli o templo, cuyos altares están decorados con jeroglíficos. Quiahuiztlán, a cuatro kilómetros de la ciudad de Tlaxcala cabecera del señorío del mismo nombre, también tenía un palacio, situado atrás de la actual iglesia principal.

Ocotelulco situado a tres kilómetros de la capital, cabecero de su señorío y gobernado por Maxixcatzin, era el centro administrativo y comercial de la zona. Tenía un espacioso mercado, un templo que quizá era el mayor en la provincia y un palacio con muchas instalaciones anexas, incluida una casado fieras. Los primeros franciscanos que llegaron a Tlaxcala vivieron en él un tiempo.

Los tlaxcaltecas practicaban la escultura, pero sus obras tenían formas rígidas. Representaban dioses, hombres y animales. Poco antes de la conquista, la región poblano-tlaxcalteca fue, famoso por su cerámica policromo, más variada que la azteca, y considerada como de las más hermosas y mejor fabricadas del México prehispánico. Adornaban sus trajes, tocados, abanicos, divisas y estandartes con plumas de quetzal, garza, continga, arara, colibrí y papagayo, las que cosían por el cañón, o parte hueco, y colocaban unas sobre otras formando dibujos.

Los metales preciosos como el oro y lo plata no fueron muy comunes en la región, los obtenían de otros pueblos, por medio del comercio.

Otro arte que practicaron fue el de la incrustación de conchas, obsidiana y jade, en objetos de piedra, madera o hueso, como escudos, pectorales, máscaras y orejeras.